AVISO:

ESTE BLOG CREA ADICCIÓN. ENTRA A TU PROPIO RIESGO.

lunes, 27 de septiembre de 2010

EL MISTERIO DEL RETRATO


Parecía un día como otro cualquiera pero al atardecer, cuando un gorrión se estrelló contra el cristal de mi ventana, supe que la tragedia me rondaba… Luego sonó el timbre del teléfono. Sonó distinto, como más grave. Traía el anuncio de la muerte.

Dicen que estaba jugando una partida de dominó; ese juego de fichas blanquinegras, palabras incandescentes y risotadas de manantial que tanto le gustaba. Con la humilde majestuosidad que siempre lo caracterizó, apartó la data y bajó la cabeza. Eso fue todo. En un instante, su corazón de algodón de azúcar se quebró en mil pedazos y sus partículas de colores ascendieron en todas direcciones hacia el infinito, haciendo más bonita la noche. Eso fue allá en Cojímar, debajo de su entrañable framboyán...

Yo estaba aquí en Miami. Apenas estrenaba mis primeros insomnios sin estrellas… Nunca más volvería a verlo. Ni tan siquiera tenía conmigo una foto suya, por las prisas y los silencios de mi partida clandestina. El dolor lacerante de un velorio por dentro, ese castigo indecible que es llorar desde lejos, me apagó las palabras. Luego el sol dejó de amanecer y el mar se marchó en silencio. Entonces yo también me fui… Detrás quedó mi cuerpo vacío…

Pero la vida sigue y se impone y no hay otra opción que vivirla. La mente se las ingenia ante lo inevitable y distrae lo absurdo para hacerlo todo más llevadero. Me aferré a su última imagen. Una madrugada descubrí con horror que a pesar de mis esfuerzos se me estaba desdibujando. Entonces decidí pintarlo con palabras…

La sonrisa de aurora y girasoles

y de palomas de esperanza

en la mirada todo el horizonte

semillas de miel en las palabras

Sobre la blanca espuma de las canas

vuelan gaviotas y salta el pez espada

en la arruga más profunda en la frente

giran mil mundos vividos y una lámpara

Eres el árbol que siempre florece

el sinsonte de todas mis mañanas

la última luz violeta de la tarde

la tibia ausencia que siempre me acompaña…

El anón dulce donde duerme la abeja

el sitio exacto donde habita la magia

ese instante feliz que se agiganta

en el salitre de las horas amargas

Y en las noches, la estrella que más brille

hasta el fin de los tiempos

brisa y ráfaga…

Cuando terminé, doblé cuidadosamente la hoja y la coloqué sobre mi pecho. Parecía una mariposa, respirando con mi respiración. No recuerdo cuando me quedé dormida. Me despertó la luminosa fosforescencia de su ropa. Venía vestido de sueño.

De pronto estábamos surcando el universo. Traspasamos varios umbrales azules hasta que perdimos de vista toda la oscuridad. Entonces llegamos a un sitio fabuloso. Allí estaba, guardada con esmero, toda la risa con que amasó mi infancia. También el roce inolvidable de sus manos aliviando mis travesuras o enjugando las lágrimas de mis amores extraviados… Dentro de una campana de cristal estaba la irrepetible tibieza de sus abrazos… Esos abrazos mágicos con los que conjuraba la tristeza y hacía volar en círculo a los gorriones... Todo estaba allí… Nada se había perdido.

Justo antes del amanecer, hicimos el viaje de regreso. La despedida era inminente. Me dio un beso y antes de escurrirse por una compuerta secreta, me fabricó una esperanza, como tantas con las que siempre me protegió hasta de lo inevitable:

“Volveré cuando tú quieras…”

Me quedé acostada, muy quieta, con su inconfundible olor a guayabas maduras fermentándome la alegría… Había estado allí… No su cuerpo ni su alma sino aquella sustancia invisible, aquel chasquido breve e intenso que flotaba entre los dos cuando estábamos cerca… Ese tibio relámpago que nos llenaba el corazón de chispas cada vez que nos mirábamos...

¿Y si no era cierto…? ¿Y si todo no había sido más que mi imaginación? Sentí miedo… Un miedo helado. No podía volver a perderlo… Abrí los ojos lentamente. El sol había regresado a mi ventana y su primer rayo me amaneció en la sonrisa. Ya no tuve dudas.

Mi padre y yo habíamos triunfado sobre la muerte y las distancias... Ese es el misterio de su retrato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario